Reproducimos la entrevista que realiza Diario de Burgos a nuestro paisano José Manuel González Cuevas sobre su actividad como reconocido experto en el arte floral, en esta ocasión no habla de su pueblo –Mecerreyes- pero sabemos que presume, disfruta y está encantado de ser guileto:
DIARIO DE BURGOS, 1 de noviembre de 2009
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ. Hace 30 años creó en Burgos una empresa de floristería que hoy cuenta con tres establecimientos y un centro de jardinería. Se formó en Alemania, Italia y Suiza, donde aprende todo sobre el arte floral. En 1984 funda la Escuela Española de Arte Floral, de la que es actualmente director y de la que han salido más de 3.000 profesionales.
Alguien que se define a si mismo como un “culo inquieto” ya da suficientes pistas de la actividad frenética que mantiene a diario. Se le ve en casi todos los saraos y disfruta a tope de todo lo que hace. En la sede central de su empresa (Castilla Floristería), a José Manuel González (Mecerreyes, 1958) pocos le siguen el ritmo.
¿La crisis también se ha cebado con la venta de flores? Se nota. Hay una psicosis generalizada y nuestra empresa se dedica a algo de segunda necesidad. Posiblemente en Burgos, que es la segunda capital más industrializada de España, no lo suframos tanto como en otros lugares.
Vamos, que mantenemos la vena romántica. Vaya. Es cierto que somos fríos porque cuando voy a dar clases fuera, se me nota una gran distancia con los demás y eso que me considero un hombre cachondo, directo, alegre y divertido aunque nuestra primera pose es la del castellano rudo y de carácter. Quizá ha sido el peto que siempre hemos llevado por todo el mundo.
Este fin de semana salvará la cuenta de todo el año al ser las fechas con más tirón. Sí. Sin duda, los Santos son los días con más volumen de facturación. Pero una floristería que funcione tiene que tener tirón diario. En esto hay dos modelos, el negocio familiar y la empresa, empresa. Los que consideramos que la floristería funciona como empresa debe tener tirón diario; los que tienen el negocio de las flores como algo familiar hay tres fechas muy significativas: los Santos, por facturación; el día de la Madre, por negocio, y San Valentín, por lo que conlleva y por lo divertido que es atender al público masculino.
Con tanta flor de plástico ¿no están cavando su propia tumba? Un 1% de mis ventas son flores de plástico, lo que quiere decir que no soy partidario de hacer un homenaje a un ser querido con unas flores de plástico. Ahora, entiendo que el que no quiera gastarse cada 15 días dinero en flores naturales busque algo con cierto gusto. Pero para mí lo artificial es una cosa de mal gusto.
¿Cómo comenzó con esta aventura? Por el fútbol. Los porteros del estadio trabajaban en la floristería que había a la entrada del cementerio. Un día fui a llevarles el carnet de socio, que me lo había dejado en casa un día de partido y me dejaron pasar. Yo tenía 11 años y me ofrecieron trabajo para esculpir las letras del cementerio, me aficioné a las flores y allí nació mi vocación. Me matriculé en Empresariales, pero lo dejé. Abrí una floristería en Martínez del Campo y me di cuenta que era un nivel de clientela selecto al que había que dar cultura floral. En España no existía y me fui a Italia, Suiza y Alemania, donde me inculcaron la profesión del arte floral.
¿En estos 30 años ha plantado muchas semillas? Creo que sí (risas). He plantado tres importantísimas, que son mis tres hijos y gracias a Dios la familia cuenta mucho en la estabilidad de un negocio. He sido un culo inquieto pero los míos me han hecho esforzarme y conseguir más objetivos.
¿Cualquier cosa se puede decir con una flor? Sí. Puedes transmitirlo todo.
¿Conoce a muchos hombres que aún sigan conquistando con flores? Bastantes, bastantes.
¿Y ha venido a pedir información alguna esposa que sospechaba de su marido? Sí, también. Anécdotas importantes siempre he tenido.
¿Y cómo las atendía? Con discreción. Nuestro personal sabe que en floristería una de las cosas más importantes es la discreción.
¿Qué es lo más raro que le han pedido? Buff… Creo que a veces no lo piden porque no entienden que se lo podamos dar, pero lo conseguiría con todo el gusto.
¿Y usted, es de los que cumple con el rito o en casa del herrero, cuchillo de palo? Al 50%. No cumplo lo que debiera; soy consciente de ello.
¿Alguna vez le han dado con la puerta en el ramo? Bastantes veces nos han puesto el ramo en la puerta. Posiblemente porque el destinatario no supo entender el mensaje que le enviaban con las flores.
¿Qué tipo de flores son las más demandadas por los clientes? La orquídea en planta, que dura unos 2 ó 3 meses y que es un complemento floral para cualquier tipo de decoración, desde el minimalismo a algo más clásico.
¿Cuál ha sido el lugar más extraño o alejado del mundo al que ha mandado flores? Una tribu en Ruanda, cerca de la capital. Era complicado pero conseguimos llevar el ramo.
¿Tiene un ojo clínico para distinguir un buen capullo? Tanto vegetal como personal.
¿Aún así se la cuelan? Sí, y me la seguirán colando. Soy muy confiado, soy una persona de carácter pero muy confiada y entonces, como me gusta hacer amigos, a veces eso conlleva que alguien en quien confías, al final te defrauda.
Lo de su aventura deportiva ¿Fue sacar los pies del tiesto? Totalmente. Y me encanta. Doy por el deporte todo lo que haga falta y todo lo que puedo, material y personalmente, pero creo que saqué los pies del tiesto en ese momento y me vi perjudicado.
¿Se le ha quedado alguna espina clavada? En mi camino profesional, no; en el personal, tampoco. En estos 30 años como florista, quizá he dado más de lo que podía.
Belén Delgado / Diario de Burgos 01-11-2009
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