S A N M A R T Í N
A LOS ÚLTIMOS EN LLEGAR
A lo largo de estos tres últimos años, cada vez que se acercaba la fecha de San Martín cogía la pluma y escribía mis recuerdos y vivencias ligadas precisamente a la fiesta de nuestro Santo Patrón. Tal vez el hecho de no poder celebrarlo en el pueblo haga que la nostalgia que siento sea mayor y me invite a ello. Tal vez sea una manera de querer sentirme cerca a pesar del tiempo y la distancia. Para el corazón no existe el tiempo ni las distancias.
El pasado verano un buen amigo me decía: ¿Y este año qué nos vas a contar? Nada -le decía riéndome-. Ya he dicho todo lo que tenía que decir y además, como los buenos escritores, ya he completado mi trilogía para el recuerdo… Ya puedo dormir en paz.
Aunque octubre aquí ha sido un mes lluvioso y frío, terminó tal como se ha abierto noviembre, con olor a veranillo de San Martín. ¡Qué ganas tenía de ver de nuevo el sol y poder así disfrutar del apacible otoño que tanto me gusta! –“Pues eso, que llega el veranillo de San Martín y podremos disfrutar del buen tiempo, salidas a los parques, alguna excursioncita, pasear por los bosques…”- Así me expresaba con unos amigos húngaros que pasan unos días por estas tierras. No saben a qué me refiero con eso del veranillo de San Martín y les comento que cuando se acerca la fiesta del santo el tiempo mejora. Es tradición, y es que San Martín de Tour, cuando todavía no era cristiano, un día de mucho frío, se compadeció de un pobre y le dio su media capa… No he terminado de contarlo cuando uno de ellos replica: –Que no, que San Martín es de nuestra tierra, de la Panonia húngara, pero claro, los franceses se lo han apropiado. Algo así como han hecho con San Antonio de Padua los italianos. Todo el mundo le conoce así… ¡Pues no! San Antonio es de Lisboa, y deberíamos decir San Antonio de Lisboa, no de Padua. Lo mismo nos pasa con San Martín…- No para de hablar y reivindicar que San Martín es de su tierra, uno de los suyos. El otro asiente. Yo les digo que tal vez llevan razón, pero claro, que uno no es sólo de donde nace, sino de donde vive, trabaja, se relaciona, se hace persona y eso es lo importante. Además la historia está ahí. Hungría no existía en tiempos de Martín… –Pero nació en Panonia y siempre será de donde nació, aunque las circunstancias y la historia hayan sido como han sido– concluye.
Se acerca la fiesta de San Martín y me vienen a la memoria las dos vivencias. En mi pueblo, mi amigo que me dice que con qué le voy a sorprender este año y aquí, a pocos kilómetros de la tierra natal de Martín, la pareja húngara. En el fondo, el mismo tema: San Martín. Algo tendrá este santo que me hace recordar y buscar lo mejor de mí.
Noviembre 2016. Vuelvo de nuevo a la infancia… Se lo tengo que contar a mis amigos, a los últimos en llegar al pueblo, a los niños del Pilón:
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* Se acerca la fiesta de San Martín, el patrón de nuestro pueblo.
* ¡Qué bien! ¿Y no tendremos escuela, verdad?
* Por supuesto. Es fiesta de guardar y será un día especial.
* ¿Y entonces qué vamos a hacer?
* Mira, lo primero, vestirnos de domingo. Este día grande todo el pueblo se pone guapo y acude a la iglesia. Como es la fiesta del pueblo, vienen más curas, mucha gente. Este año bien podéis ser vosotros los monaguillos…
* ¿Monaguillos de otros curas? ¿Pero no va a estar nuestro cura?
* Sí, pero este día es más grande y solemne y vienen a acompañarle los de los pueblos de al lado. La iglesia está más llena. Las autoridades en los primeros bancos, los niños a un lado con el maestro, las niñas al otro con la maestra, las mujeres ocupando ambos lados de la iglesia, los hombres atrás, los mozos en el coro… Y todos muy atentos a lo que el predicador va a decir. Al día siguiente, en la escuela, nos preguntarán qué ha dicho. ¡Tenemos que estar muy atentos!
* ¿Otro predicador distinto?
* Lo normal es que sea don José quien predique, pero es tradición que este día nos hable otro sacerdote sobre San Martín… Todavía me acuerdo del año pasado cómo se me ponía la piel de gallina cuando nos decía: ¡Pueblo de Mecerreyes…! Y nos comentaba cómo se sentía en nuestro pueblo con gente tan buena, acogedora, solidaria… Que así vivió San Martín y así tenemos que vivir los que le recordamos, no sólo el día 11, sino cada vez que hacemos el bien… Y el bien se hace siempre en silencio, que no es necesario gritarlo… Y nos lo repitió varias veces. Todavía me emociona escuchar eso de Pueblo de Mecerreyes… ¡Qué orgulloso y contento me hizo sentir!
* ¡Madre mía, qué bonito! ¿Y es verdad que salimos todos: niños, mayores y jóvenes por las calles?
* Sí. Al terminar la misa, sacamos al santo por las calles para que, con su presencia, bendiga a nuestro pueblo, a todos. Y después, en su honor, se baila, se hace la tradicional rifa de las almendras, juegos y la comida de hermandad, pero bueno, ya os iréis enterando poco a poco. Acabáis de llegar. Ya sois nuestros vecinos y nuestros amigos. Nos queda mucho por vivir y seguramente, con vosotros, algunas cosas cambiarán.
* Entonces nos vemos el día 11…
* Nos vemos…
Por supuesto que nos vemos. El día 11 y todos los demás. Lo que pasa es que el día 11 es especial y toca ponerse guapos, cantar, rezar, bailar, tirar cohetes, divertirse y celebrar juntos que Martín, nuestro Santo Patrón, viene a nuestro pueblo una vez más a acompañarnos y a decirnos que la vida es misterio y fiesta, recuerdos y presencias… Y que lo único importante, lo que de verdad merece la pena es estar juntos, ser buena gente, amar, celebrar y vivir como Martín: valientes, alegres, generosos, entregados y dispuestos. ¡Pueblo de Mecerreyes…!
¡FELIZ FIESTA DE SAN MARTÍN!
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