EL SOLDADO MARTÍN

Cuando somos niños, soñamos.

Cuando somos mayores, creamos.

(Campaña publicitaria rumana. Aniversario Constantin Brâncuși, escultor)

Soy de una generación que aprendió a disfrutar de la lectura gracias a los tebeos, comics, decimos hoy. Seguramente muchos los recordaréis: TBO, Rompetechos, Mortadelo y Filemón, Tarzán, Pumby, Rin-Tin-Tin, Roberto Alcázar y Pedrín, El Llanero Solitario, Hazañas Bélicas, Joyas Literarias Juveniles… Leía todo lo que encontraba, pero he de reconocer que los que más me gustaban, sin lugar a dudas, eran El Jabato y El Capitán Trueno. No sé cuál de los más. Cuando cae alguno en mis manos, todavía lo leo con devoción, lectura que me provoca, irremediablemente, una gran nostalgia y me invita a recordar vivencias, amigos y sueños de infancia.

– ¿Y qué tendrá que ver todo esto con la fiesta de nuestro santo patrón Martín? Seguramente, y con toda razón, os preguntaréis algunos. Para mí, mucho. Vuelvo la vista atrás y os lo cuento:

11 de noviembre 1960-1970. Cada año, en la Misa en honor de San Martín, el sermón no podía faltar, la temática estaba clara: San Martín, su vida y su ejemplo. Y el predicador era diferente cada año. En este día grande, daba igual que cayera en lunes, miércoles o viernes, la Misa era solemne y siempre era concelebrada por varios sacerdotes. Solían ser de los distintos pueblos de alrededor y uno diferente al del nuestro era el encargado de evocar al santo. A mí me parecía que la Misa de este día era la que más valía de todas, pues había más sacerdotes que nunca, íbamos de procesión y los monaguillos recibíamos siempre una buena propina. ¡Y cuánto me gustaba que el sacerdote en el sermón gesticulara, levantara la voz, diera énfasis a algo, teatralizara lo que quería destacar o bien dejara algún silencio, siempre más adecuado para crear misterio!

A mí me encantaba escuchar la vida de San Martín, en especial, sus años mozos, cuando era soldado y el gesto que tuvo con el mendigo en Amiens. ¡Cuántas veces lo habré escuchado y cada vez me parecía sentir algo especial! Y mientras el sacerdote hablaba del santo, yo soñaba ser caballero, como Martín, y con mi caballo, mi media capa y mi espada recorrer el mundo haciendo el bien. Entonces no tenía mucha idea de lo que era el mundo, pero en las aventuras del Jabato y del Capitán Trueno veía que existía algo más allá de Cuevas, Covarrubias o Mazariegos, que había gente que sufría en islas perdidas o pueblos lejanos,  personas esclavizadas en rincones inhóspitos y allí iban El Jabato y sus amigos Taurus, Fideo y siempre, en sus sueños y en su corazón, Claudia… Lo mismo sucedía con El Capitán Trueno. Había necesitados, oprimidos, maltratados… Y allí estaba el buen Capitán acompañado de Goliath, Crispín y la hermosa Sigrid. El sacerdote hablaba de cómo Martín se comprometió y escuchó a Dios que le hablaba por los pobres y necesitados: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”. Y yo quería ser caballero, un buen soldado, seguramente Martín, e ir por el mundo sembrando el bien, luchando por los pobres e indefensos. Eran los años 1960-1970 y yo sólo era un niño que soñaba ser como Martín, El Jabato o El Capitán Trueno.

Mecerreyes, El Soldado Martín, 11-11-2015

Mecerreyes, El Soldado Martín, 11-11-2015

El siglo XX terminó. Llevamos ya unos cuantos años del siglo XXI. Ya no soy un niño, pero sigo soñando. Ya no me imagino al Jabato o al Capitán Trueno recorriendo el mundo luchando por hacerlo mejor. Ya no pienso sólo en el soldado Martín de nuevo partiendo su capa para el pobre mendigo que le tendía su mano. La capa hay que compartirla cada día y esto se aprende viviendo. Y vivir es pasar por la vida haciendo el bien. Así lo hizo el Maestro y Señor de Martín. De Él aprendió.

11 de noviembre de 2015. Estamos invitados de nuevo a buscar en lo mejor de nuestro corazón esa parte más noble, ese gesto más auténtico, lo más grande y sagrado que tenemos y ponerlo al servicio del que está a nuestro lado, del que más lo necesita. Y seguramente no hace falta ir muy lejos. En nuestra misma familia, en nuestro pueblo, en la escuela, en la calle, en el trabajo… Tal vez ahí…, cada uno bien sabemos dónde, está quien realmente necesita una mano amiga, la tuya y la mía. Se trata, en definitiva, de dejar que el niño que todos llevamos dentro siga haciendo de las suyas y nos lleve a ser más idealistas, más románticos, más soñadores… Y el mundo, el pequeño mundo que cada uno va construyendo, se irá haciendo más hermoso, más humano y más auténtico. Nos toca a cada uno hacer que los sueños, nuestros hermosos sueños infantiles de ayer, se hagan realidad hoy. Siempre es posible. El Señor, disfrazado de mendigo, nos lo sigue recordando: “Martín, siendo todavía catecúmeno, me ha cubierto con su manto”. Y la vida continuó para Martín, que vivió su compromiso hasta el final, y si queremos, continúa para nosotros ahora. ¡Sí, ahora es el momento de compartir nuestro manto, de curar heridas, de regalar sonrisas, de luchar y de abrazar! ¡Es tiempo de vivir, de crear y de convertir los sueños en realidad! Tal vez eso era lo que de niños soñábamos. ¡FELIZ DÍA PARA TODOS!

 

¡VIVA SAN MARTÍN!

¡VIVA MECERREYES!

¡VIVA EL ACOMPAÑAMIENTO!

Mecerreyes, El Soldado Martín, 11-11-2015

Mecerreyes, El Soldado Martín, 11-11-2015

 

 

Mecerreyes, San Martín 2015

Mecerreyes, San Martín 2015