Guileto. Es el apodo que se les atribuye a los nacidos en Mecerreyes. Yo soy uno de ellos. Nací allá por los años cincuenta y tantos, cuando mi pueblo bullía en esplendor, quizá no el máximo, pero sí en una gran parte.
Cuatro escuelas con 30 niños y niñas en cada una… un ir y venir de carros con sus hombres y mujeres en sus quehaceres agrícolas; un trasiego de ganado: ovejas, cabras…
¿De dónde eres?, te preguntaban. Soy de Mecerreyes. Y te decían aquello de “guileto”… Pues sí; es un orgullo ser guileto; al menos para mí. Y es que mi pueblo ha luchado por ser lo que es. Recuerdo que en aquellos tiempos, los más jóvenes empezaron con las peñas para las fiestas; una tradición implantada allá por los años 60 ó 70 y que hoy todavía prosigue; las Marzas, el Gallo de Carnaval… fiestas tan participativas… ¿Son o no para estar orgulloso de ser guileto?
Y ver cómo evoluciona el pueblo a pesar de ir perdiendo gente en número, pero la que queda se afana por hacer del pueblo un lugar para vivir.
No me olvido de la revista y el grupo que la coordinaba, con lo que supuso de unidad para el pueblo y un ejemplo de trabajo abnegado y por la comunidad. El Belén en el que todos los años se vuelcan los vecinos y que es el orgullo de cualquier guileto.
Todo evoluciona. Y las nuevas tecnologías nos llevan a la red de redes, a Internet, para ver con orgullo nuestra página web, valorando el buen trabajo hecho con este medio que nos transporta a todo el mundo, para que todo el planeta conozca a los guiletos.
No quiero olvidarme del ya famoso albergue de peregrinos del Camino de la Lana y de la Ruta Cidiana. Ni del conjunto escultórico que se reparte por todo el pueblo: el guileto de la Plaza; el abuelo del Mesón de Javi; la estatua del Cid Campeador, tan esbelta y grande.
Todas estas cosas son suficiente justificación para decir que Mecerreyes es un pueblo muy vivo. Que sufre con los achaques de la sociedad que nos ha tocado vivir, pero que vive en la lucha con sus valientes guiletos que llevan este espíritu en sus venas.
Me gustaría colaborar más con este espíritu, pero por circunstancias de la vida no me es posible. Tenéis mi apoyo incondicional porque sé lo que cuesta organizar una pequeña casa y tan complicado como eso es mantener viva la llama de la esperanza de sentirse y hacer sentir ese orgullo de ser guileto.
Un guileto incondicional
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